martes, 16 de abril de 2019

Los equipos necesitan cambios, Sr. Presidente.


Desde que comenzó a desarrollar roles en la función pública, Ud. siempre afirmó que contaba con un equipo. Es más: al asumir la presidencia, precalificó a su “team” como el mejor de los últimos 50 años.

 Ahora bien, si Juan Fer Quinteros no hubiera ingresado en la final de Madrid en reemplazo del capitán de River -y a mi criterio jugador más importante y ganador de su historia-, seguramente la historia habría sido otra.

 Cuesta comprender entonces, como ante la crisis económico-política que el país está atravesando, no se concreten al menos algunos cambios en cargos sensibles. Porque puede interpretarse como una imposición del FMI la continuidad de Nicolás Dujovne como Ministro de Hacienda, y la acefalía en el cargo de Ministro de Economía. Pero con la situación crítica que, como en gobiernos anteriores, lamentablemente vuelve a atravesar la Justicia, es incomprensible que Germán Garavano permanezca en el cargo.

 Dentro de ese contexto, la “confesión sincericida” de Laura Alonso de anoche supera todo lo imaginable. Es más, al escuchar desde otro ambiente de mi casa sus insólitas expresiones, corrí en búsqueda del televisor para corroborar que era ella la que las profería. Y si bien sus pasos en falso se remontan a momentos anteriores a su gobierno, -como por ejemplo con la invitación a Nisman al Congreso que ella y Patricia Bullrich le formularon imprudente e innecesariamente horas antes del magnicidio-, con su errónea designación al frente de la Oficina Anticorrupción se le ha dado la oportunidad de continuar trastabillando, como lo hizo anoche en modo que sólo puede ser parcialmente reparado con su apartamiento del cargo.

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